Pascale Simonet – «¡ Quítame este desorden ! »

Lacan ya sugirió, en su Ética del psicoanálisis, que el lugar apropiado de la ciencia es en relación con la pulsión de muerte (1). Cualquiera que sea la sofisticación técnica de las herramientas que la sustentan, la pasión de saber está impulsada por un deseo ciego que conduce a la destrucción. Esto es lo que comporta desde el origen, la tabula rasa del espíritu científico.
Aislada de la tradición, de la vida y de su desorden, desarrolla cada vez más sus efectos devastadores, angustiantes. La reducción del hombre a su cerebro no enmascara la « mueca de lo real » (2) tras la cual avanza la muerte a paso de lobo, blandiendo su mano de hierro, enguantada de terciopelo y armonía.
Los artículos que se proponen en este número lo ilustran de manera esclarecedora.
Los campeonatos de memoria que nos presenta Marco Focchi, no tienen nada que ver con lo que él llama « la memoria de la vida ». Si en las neurociencias la memoria es un objeto explícitamente manipulable, en el psicoanálisis se le otorga el lugar que le corresponde en el estilo de vida del sujeto como ningún otro.
En cuanto a Olga Montón, da vida a una niña que habla bien y lee sin dificultad, pero derivada por la escuela a un « profesional del déficit » que se supone restaura el proceso de verter información en su cerebro-computadora, para eliminar el « desorden » que constituye la « falta de ortografía » en el que ella actúa como sujeto. La practicante orientada por el psicoanálisis no pierde de vista que el sujeto del inconsciente no es el sujeto que decide de sus actos. Pura función del significante, no es el individuo. Le propondrá más bien acoger este síntoma como un modo subjetivo incomparable, permitiendo así dar lugar a la singularidad de su respuesta.
Traducción: Norma Lafuente
- Miller J.-A., « L’orientation lacanienne. Un effort de poésie», enseñanza impartida en el marco del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Paris VIII, lección del 4 de junio de 2003, inédito.
- Lacan J., « Televisión », Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, p. 538.